La mujer se desesperó.
-Y mientras tanto qué comemos -preguntó, y agarró al coronel por el cuello de la franela. Lo sacudió con energía-. Dime, qué comemos.
El coronel necesitó setenta y cinco años -los setenta y cinco años de su vida, minuto a minuto- para llegar a ese instante.
Se sintió puro, explícito, invencible, en el momento de responder:
-Mierda.
1 comentario:
hola!pasaba por aqui.. solo quiero desearte mucha suerte en los examenes, me gustaria veros..a me voya dublin!invitada estas que hay "low cost"jeje
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